¿Fin al ciclo de alza de tasas?
Claudio Soto Economista Jefe Banco Santander
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Claudio Soto
Uno de los hechos más destacados en lo que va del año es el giro que ha dado la política monetaria en las principales economías. Si hasta fines del año pasado la Fed apuntaba a seguir subiendo su tasa rectora, en enero dio señales de que el proceso estaría llegando a su fin, a pesar de los positivos datos de actividad y empleo surgidos hasta ahora. La preocupación de la Fed es que las expectativas de inflación siguen contenidas y hay riesgos cada vez más importantes para la expansión de esta economía.
En línea similar, hace unas semanas el presidente del Banco Central Europeo revisó a la baja sus proyecciones de crecimiento para la zona euro y reconoció que -a diferencia de lo anunciado en diciembre- este año no subirían su tasa de política monetaria.
El mundo está en una situación delicada. La guerra comercial ha tenido impactos en la actividad global y ha generado incertidumbre. Se suman las tensiones políticas en el viejo continente y situaciones de fragilidad financiera en varias economías emergentes.
En este contexto, el panorama en Chile se torna más desafiante. A pesar de buenas noticias por el lado de la inversión, las perspectivas para el crecimiento se han deteriorado. La última encuesta del Banco Central mostró que para este año se espera un crecimiento de 3,4%, por debajo del 3,8% proyectado a medidos del año pasado. Las Cuentas Nacionales conocidas hoy podrían llevar a una reevaluación de las proyecciones; sin embargo, el lento inicio de 2019 y el empeoramiento del escenario externo sugieren que la economía crecerá en la parte baja de lo proyectado en el último IPoM.
En paralelo, la inflación ha seguido sorprendiendo a la baja. En 2018 cerró por tercera vez bajo la meta del instituto emisor, y en los dos primeros meses del año se acumula una variación prácticamente nula del IPC. Más aún, el cambio de canasta del INE reveló que las presiones inflacionarias durante 2018 fueron menores a lo registrado por la medición anterior, debido principalmente a las correcciones por calidad en servicios de comunicaciones, cuyos precios ahora presentan una marcada tendencia a la baja. Esto último implica que probablemente hacia adelante, la dinámica inflacionaria podría ser todavía menor.
Surge entonces la pregunta de qué hará el Banco Central con la política monetaria. Hasta diciembre, su diagnóstico era que las holguras estaban prácticamente cerradas y que el impulso monetario era aún sustantivo, lo que hacía necesario seguir retirando el estímulo para garantizar la convergencia de la inflación a la meta en el horizonte de dos años. Así, el BC apuntaba a una TPM entre 4% y 4,5% a mediados de 2020, lo que implicaba cerca de cuatro alzas este año, y entre una o dos más a comienzos del siguiente. Ya en ese entonces el mercado no coincidía con dichas previsiones, y apostaba a un proceso bastante más pausado, con la TPM llegando hasta 3,75% a ese horizonte.
Recientemente, el presidente del instituto emisor reafirmó que el proceso sería gradual y pausado, y reconoció que el escenario externo aportaría cada vez menos impulso a la economía. Desde entonces, las tasas swap se han vuelto a corregir a la baja y apuntan a una TPM que se mantendría prácticamente inalterada este año.
Las bajas presiones inflacionarias, el lento inicio de la economía este año y los riesgos del escenario externo sugieren que hay poco espacio para seguir reduciendo el impulso monetario. Así las cosas, es posible que la tasa suba una vez más. Pero luego entraríamos en un período donde se mantendría estable por un buen tiempo. ¿Y luego? Dependerá de cómo evolucione el ciclo global.